jueves, 9 de junio de 2011

Acreditación de falsa calidad

Por: Carlos Moreno

Si bien en Colombia existe el CNA (Consejo Nacional de Acreditación), que califica la calidad de instituciones de educación superior y programas de pregrado y posgrado en el país, entonces, por qué no ver los procesos que se llevan a cabo para la acreditación cómo una oportunidad para saber que fortalezas y falencias tienen los programas universitarios y no para obtener un título que simplemente acredite que el programa de pregrado (cualquiera que sea) es de falsa calidad.

Para las instituciones de educación superior en el país se ha vuelto importante presentar sus programas a procesos que certifiquen la calidad de los mismos, más aún cuando en Colombia el nivel de la educación comparado con el de otros países de la región como Chile, Brasil o México  es muy bajo.

A pesar de que contamos con muy buenas universidades y con excelentes programas de pregrado y posgrado, es increíble saber todo lo que hacen algunas instituciones solo por obtener un certificado que acredite que el programa tiene condiciones óptimas y con muchas fortalezas para llamarlo de “alta calidad”, pero, ¿En qué momento existe una acreditación de falsa calidad?

Si me preguntarán a mí que elementos son necesarios para obtener dicha mención, diría que son cinco puntos básicos y que deberían existir en todo programa académico:

-          Un plan de estudios consecuente con el perfil de la carrera y que le permita al estudiante explorar los diferentes campos donde podría desenvolverse.



-          Una planta docente con experiencia, calificada no solo para formar profesionales competitivos sino personas seguras y con calidad humana.


-          Suficientes recursos materiales que faciliten el trabajo del estudiante, más aún cuando la educación privada en el país es costosa.


-          Infraestructura apta para albergar la cantidad de estudiantes del programa y que permita el libre esparcimiento de quienes ocupan la universidad.


-          Por último, el reconocimiento tanto de estudiantes como de egresados en la sociedad, porque no hay mejor reflejo de lo aprendido y lo practicado que la credibilidad que adquiere un programa académico por medio de sus aprendices.

Pero si todo fuera claro y transparente en dichos procesos, no existiría una repentina estrategia de comunicación entre directivos y estudiantes, que nunca ha habido, solo para que al momento de la visita de los pares académicos (personas encargadas de evaluar el pregrado) el estudiante diga: “sí, estoy enterado y conozco todo lo que hace mi facultad ”; no existiría un plan de remodelación “flash” en sitios que durante años no fueron aptos para clases y que quieren hacer ver como espacios  adecuados para la formación; no existiría la compra repentina de equipos de última Tecnología que nunca hubieron solo para aparentar que siempre estuvieron a disposición del estudiante; y sobre todo, no existiría la poca información acerca de eventos tan importantes como la reunión de los pares académicos con los estudiantes, donde se supone el alumno expresa lo que en realidad pasa dentro de su facultad y la percepción que tiene de esta.

No hay mejor forma de saber si los millones que muchas personas gastan semestralmente está bien invertido que teniendo la certeza que estudian en una universidad ejemplar con pregrados de “alta calidad”, si bien, Colombia está avanzando en el campo de la educación superior, debería ser evidente la satisfacción de los  estudiantes acerca de la calidad del programa que estudian. Pero, yo me hago una pregunta, ¿Es claro un proceso de acreditación cuando aún en su última etapa existe tanta inconformidad por parte del cuerpo estudiantil?

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